La feminidad como construcción y la mujer como
el otro absoluto: Simone de Beauvior y “El segundo sexo”
¿Qué es una mujer?, Simone de Beauvoir
analiza la condición de la mujer, categoría asignada socialmente pero basada en
su condición biológica.
La historia ha sido escrita por hombres, y
ese es el motivo que se han colocado en situación de ser superior, de ser
positivo, de ser bueno, de ser dueño, de ser razón, por tanto, han colocado a las mujeres en el
lado contrario. Las mujeres no han podido reconocerse como clase, a diferencia
de muchos otros grupos oprimidos como por ejemplo, los judíos, las personas
afrodescendientes, porque las mujeres estamos dispersas entre los hombres, y en
todas las comunidades, además estamos atadas a un sistema perverso del
Esclavo-Amo, que nos hace permanecer “amando” a nuestro verdugo por las
comodidades y/o seguridad que nos otorga, porque significaría perder las
ventajas, se tendría la necesidad de justificar su propia existencia, inventar
sus propios fines, vivir en libertad, ser responsables y negarse a ser “El
Otro”Las mujeres estamos en la situación de la alteridad permanente y absoluta,
asumiendo la subordinación como natural. No nos reconocemos como NOSOTRAS, lo cual nos colocaría como sujetas, al reapropiarnos de nuestra
categoría. Las mujeres carecemos de unidad, de un pasado común, no hemos
estrechado lazos, no hemos sido cómplices. El mundo no es para nosotras, la
historia no nos pertenece.
La Revolución Industrial añadió a las mujeres
al trabajo, a la producción, sin embargo, la burguesía reclamaba a las mujeres
en la casa porque eso daba solidez a la familia y garantizaba la propiedad
privada. Ahora se habla de la “igualdad
de la diferencia” que es una discriminación más extrema, pero ahora se habla de
la “buena mujer” que es aquella que cumple con todos los cánones de la
feminidad, madre, abnegada, sumisa, etc., el comportamiento bueno o malo de la
mujer es de carácter público y de interés general pero desde su estatus
privado. A la mujer se le condena a la inmanencia (invariabilidad) a ser
inesencial, a lo estático, a ser “Lo Otro”. Definido, caracterizado, dominado
por “El Uno”, el hombre.
Sobre el carácter de la mujer, es inexacto,
irracional, paciente, y rechaza a los hombres. Se acepta el orden impuesto por
los hombres, se les culpa pero no se rechaza, no se hace nada por liberarse. A
pesar que los hombres reconocen la dependencia de esos “poderes ocultos” como
la sexualidad que los hace dependientes y expectantes.
Es posible responder a las siguientes
preguntas:
1.- ¿Cumplo con el concepto de “mujer” del
texto?, ¿Cómo?.
2.- ¿Cómo dejo de ser una “La Otra”?
3.- ¿Cómo construyo un mundo “no macho”?, ¿Un
mundo para mí?
4.- ¿Las mujeres hemos hecho alianzas para
sobrevivir o para subvertir?
Desde las diferentes opiniones observamos que
la maternidad es un tema importante en la experiencia de mujeres madres, siendo
hijas, no siendo madres, experiencias que marcan nuestras vidas. Sin embargo,
la religión ha utilizado esta capacidad fisiológica como un espejismo de la
trascendencia. El aborto, el miedo a morir, el amar a ese ser, que quizás no se
le deseó desde el primer momento. La autonomía lograda o no, sobre el amor
romántico, sobre la entrega, es una constante confrontación de contradicciones,
se siente culpa (concepto impuesto desde la religión), el cuidado hacia las
otras personas. La otredad nos define. La feminidad, el ser “buena mujer”. Se
presentan experiencias en las que se ha valorado a las mujeres por su posición
de fuerza y se les “respeta” porque se comportan como hombres (trabajo,
familia, política).
En todos los grupos oprimidos para obtener la
libertad se “mató” al amo, en el caso de las mujeres, ¿cómo se haría eso?, ¿a
quién se tendría que matar?. En la imposibilidad del asesinato es necesario deconstruir
al amo. Dejar de pensarnos en relación al otro/otra,
no ser la esposa, la hija, la hermana, la empleada, la amiga, etc., etc. Eso
nos genera ser invisibles. En lo cotidiano usar lenguaje inclusivo,
denominarnos, llamarnos, identificarnos como categoría “mujeres”.
Construir un mundo no macho, un mundo para
nosotras, pero no equiparando al macho, no con los privilegios que ellos
tomaron para sí porque no pensaron en los derechos de los otros. Queremos un
mundo sin opresiones para nadie, allí entra la interseccionalidad, cómo somos
atravesadas por las diferentes discriminaciones, es allí entonces dónde debemos
comprender que también, e algún modo, tenemos privilegios en cuanto a otras
mujeres, y debemos reforzar el discurso, es necesario cuestionarnos para no
caer en situaciones de subordinación.
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